Hay cosas a las cuales nunca me he acostumbrado a hacer, incluso si me encuentro haciéndolas constantemente. Una de esas es el de decir adiós. Siempre que me encuentro en un aeropuerto, estación de camiones o incluso parada de taxis; me gusta ver las diferentes formas en que la gente expresa sus sentimientos al decir adiós o al recibir a un ser querido. A pesar de que cada quien tiene su a manera peculiar de comportarse durante esta situación, la gente que mas capta mi atención son aquellas que tienen una gran facilidad para dejar ir a personas importantes en su vida. Para ellos el decir “adiós” es algo tan normal en la vida, y claro que lo es; pero en mi caso, el despedirse de esa manera es algo que me costaría mucho hacer.
Mi vida ha sido la de vivir en un constante cambio. El mudarme continuamente desde que era pequeño, el decir “adiós”, lidiar con entornos nuevos y empezar una nueva vida debería ser algo al que debería estar totalmente acostumbrado. Al recordar la vez que me despedí de mi familia en Alaska o de mis seres queridos en México, produce en mí todavía un sentimiento de tristeza. Sé que este todo este constante cambio trae consigo cosas de las cuales podemos beneficiarnos como el madurar como persona, el aprender a adaptarse a diferentes entornos, conocer nuevas personas, lugares y culturas y, en mi caso, tratar de fortalecer mi relación con Dios. Pero la realidad es que el estar en constante cambio es duro; necesario pero duro.
La razón por la que estoy hablando sobre este tema es porque este domingo me toco despedirme de mi familia y amigos en Mbalal. Para ser sincero, nunca creí que iba a desarrollar una gran relación con varias personas de Mauritania durante los primeros dos meses de mi servicio. Al ver el gran grupo de personas que nos despidió con regalos y abrazos, me hizo sentir una vez más el sentimiento del que he estado escribiendo. Mi estancia en Mbalal fue toda una gran experiencia para mí. Es increíble lo que aprendí en un pueblo donde no hay electricidad o agua potable. Aprendes a valorar y respetar la cosa más importante que tenemos en la tierra: tu prójimo.- sea americano o de Mauritania; cristiano o musulmán, blanco .